Lee el siguiente microrrelato y responde a las preguntas del cuestionario cuyo enlace encontrarás al final:
La tristeza
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La profe me ha dado una nota para mi padre. La he leído. Dice que necesita hablar con él porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana.
He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi padre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana él me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas.
La profesora dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi padre y lo hará conmigo. Y cuando mi madre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor (Adaptado de La tristeza, de Rosario Barros Peña).
Pulsa en este enlace para responder a las preguntas sobre los componentes del texto narrativo.
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